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Katherine Mansfield y Tenerife
Me propongo abordar la incidencia de Canarias en la novela, la poesía, el cuento y demás géneros, como material literario. Sin mayor pretensión que poner de relieve aquellos aspectos de las Islas que, de una manera u otra, han sido tratados por autores de todas las épocas y diferentes literaturas.
Encontrar la obra de Katherine Mansfield, fue una de las aventuras más interesantes que he experimentado como lectora. Una tarde, de la década de los Ochenta, escuché en la radio una semblanza de la autora y el título de uno de sus relatos más logrados: Felicidad. Hasta entonces, no tenía referencias de ella. A partir de ese momento inicié una búsqueda por librerías, bibliotecas, ferias, etc. Recuerdo el instante emocionado cuando, años después, por fin, localicé una edición de bolsillo atrapada en el estante de una vieja librería.
Se la considera una de las grandes escritoras del relato corto. Sólo basta leerla para confirmarlo. Su nombre es el seudónimo de Kathleen Beauchamp, nacida en 1888 en Wellington, capital de Nueva Zelanda. Tras una frustrada relación con su profesor de violonchelo se trasladó a estudiar al Queen’s Collage de Londres. Una vez concluida la formación retornó a su país natal pero allí no encontró su espacio y regresó a la capital británica en 1908.
Su formación musical y sus inquietudes literarias la llevaron a relacionarse con artistas y a tomar contacto con la vida bohemia. Sus vicisitudes amorosas fueron turbulentas y azarosas. Mantuvo diferentes relaciones sentimentales, teniendo como amante a Ida Baker. Relación que alternó con sus dos matrimonios y sus numerosos escarceos. Entabló un idilio en la Alemania de 1910, con un intelectual polaco que, al mismo tiempo que le transmitió una enfermedad venérea, le descubrió a Chejov, autor que ejerció una gran influencia en sus escritos. El resultado fue su primer libro de cuentos titulado En un balneario alemana (1911). Atravesó un período de amores fracasados, enfermedades, contrajo la tuberculosis por la que viajará por toda Europa en busca de un lugar que alivie sus recaídas y hemorragias. La muerte de su hermano Leslie en el frente, en la I Guerra Mundial, la sumió en una honda tristeza que marcó la etapa literaria más productiva. Así, en 1918, publicó Preludio. Su reconocimiento se produce en 1920 con su tercer libro Felicidad y otros cuentos. La Fiesta en el jardín verá la luz un año después.
Pero en 1923 sufrió, en su residencia de Fontainebleau, cercana a París, una hemorragia que acabó con su vida a los 34 años. Su segundo marido, el editor John Middleton Murry reunió todos sus escritos y editó póstumamente El nido de la paloma, Algo infantil, Diario de Katherine Mansfield y Cartas de Katherine Mansfield. El estilo poético y la gran sensibilidad de sus relatos confieren a sus historias y personajes un entramado de emociones, de circunstancias envueltas en sutiles juegos y estrategias creativas que los dotan de un carácter de irrenunciable lectura. Historias no exentas de ironía y de una profunda capacidad de observación de la realidad cotidiana.
Concibió un relato: Sopla el viento, en el que una adolescente se despierta por los gritos del viento y de la madre que dialoga, enfadada, con la abuela y en el que Tenerife aparece citado en el siguiente párrafo:
Katherine Mansfield y Tenerife
Me propongo abordar la incidencia de Canarias en la novela, la poesía, el cuento y demás géneros, como material literario. Sin mayor pretensión que poner de relieve aquellos aspectos de las Islas que, de una manera u otra, han sido tratados por autores de todas las épocas y diferentes literaturas.
Encontrar la obra de Katherine Mansfield, fue una de las aventuras más interesantes que he experimentado como lectora. Una tarde, de la década de los Ochenta, escuché en la radio una semblanza de la autora y el título de uno de sus relatos más logrados: Felicidad. Hasta entonces, no tenía referencias de ella. A partir de ese momento inicié una búsqueda por librerías, bibliotecas, ferias, etc. Recuerdo el instante emocionado cuando, años después, por fin, localicé una edición de bolsillo atrapada en el estante de una vieja librería.
Se la considera una de las grandes escritoras del relato corto. Sólo basta leerla para confirmarlo. Su nombre es el seudónimo de Kathleen Beauchamp, nacida en 1888 en Wellington, capital de Nueva Zelanda. Tras una frustrada relación con su profesor de violonchelo se trasladó a estudiar al Queen’s Collage de Londres. Una vez concluida la formación retornó a su país natal pero allí no encontró su espacio y regresó a la capital británica en 1908.
Su formación musical y sus inquietudes literarias la llevaron a relacionarse con artistas y a tomar contacto con la vida bohemia. Sus vicisitudes amorosas fueron turbulentas y azarosas. Mantuvo diferentes relaciones sentimentales, teniendo como amante a Ida Baker. Relación que alternó con sus dos matrimonios y sus numerosos escarceos. Entabló un idilio en la Alemania de 1910, con un intelectual polaco que, al mismo tiempo que le transmitió una enfermedad venérea, le descubrió a Chejov, autor que ejerció una gran influencia en sus escritos. El resultado fue su primer libro de cuentos titulado En un balneario alemana (1911). Atravesó un período de amores fracasados, enfermedades, contrajo la tuberculosis por la que viajará por toda Europa en busca de un lugar que alivie sus recaídas y hemorragias. La muerte de su hermano Leslie en el frente, en la I Guerra Mundial, la sumió en una honda tristeza que marcó la etapa literaria más productiva. Así, en 1918, publicó Preludio. Su reconocimiento se produce en 1920 con su tercer libro Felicidad y otros cuentos. La Fiesta en el jardín verá la luz un año después.
Pero en 1923 sufrió, en su residencia de Fontainebleau, cercana a París, una hemorragia que acabó con su vida a los 34 años. Su segundo marido, el editor John Middleton Murry reunió todos sus escritos y editó póstumamente El nido de la paloma, Algo infantil, Diario de Katherine Mansfield y Cartas de Katherine Mansfield. El estilo poético y la gran sensibilidad de sus relatos confieren a sus historias y personajes un entramado de emociones, de circunstancias envueltas en sutiles juegos y estrategias creativas que los dotan de un carácter de irrenunciable lectura. Historias no exentas de ironía y de una profunda capacidad de observación de la realidad cotidiana.
Concibió un relato: Sopla el viento, en el que una adolescente se despierta por los gritos del viento y de la madre que dialoga, enfadada, con la abuela y en el que Tenerife aparece citado en el siguiente párrafo:
- ¡Eres una estúpida! ¿A quien se le ocurre dejar la ropa tendida con un tiempo así...?Mi mejor mantel de bordado de Tenerife está hecho jirones.
Aunque Katherine Mansfield pasó buena parte de su vida, breve como sus relatos, en diferentes países como Alemania, Suiza, Italia o Francia, su residencia en Londres —destino de una buena parte de las exportaciones comerciales de Canarias: vino, productos agrícolas en general, y todo tipo de mercancías—, unido a la amplia capacidad de la autora para imbuirse de lo que la rodeaba, le permitió, sin duda, reparar en los famosos calados de la isla. Trabajos artesanales que se ejecutan sobre el hueco de una tela que se va entrelazando con aguja e hilo hasta formar figuras geométricas.
El conjunto de sus relatos se pueden leer en Cuentos completos de Editorial Alba, 1999.
El conjunto de sus relatos se pueden leer en Cuentos completos de Editorial Alba, 1999.
Me interesó mucho y nuevamente te felicito por el material. Abrazo
ResponderEliminarQuerida Felicidad, muy interesante el material. Como siempre es un placer encontrarte. abrazo
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