Regreso a Bórcor. Allí, cuando el aire huracanado y amarillento del desierto del Sáhara sobrevuela el pueblo, los alisios, que se tienen por vientos limpios, cristalinos y húmedos, se retiran y se ocultan detrás de las laderas. Y esperan, pacientes, a que el último fragmento caliginoso se desvanezca. Entonces, se elevan por encima de las montañas y descienden por los valles, rugiendo como piedras que el agua arrastra por el fondo de un barranco, azuzando los pinos, salpicando gotas de lluvia horizontal, cimbreando tajinastes y retamas.
Conduzco por la carretera angosta, ondulándose entre lavas y pumitas, que trepa hacia las montañas y me adentro por las calles que me devuelven veinte años de ausencia. De guardar Bórcor entre los vestigios de una ciudad perdida y buscada en la lejanía. Hubo días que dudé de su existencia, de si necesité inventarme un lugar secreto que ocultaba mi origen. Los laureles de indias siguen agolpados en el centro, junto a la iglesia, las vías y las plazas asaetean mi nostalgia y las nuevas urbanizaciones invasoras de tierras de pasto y juegos se levantan como látigos que hieren mis recuerdos.
Me acerco al parque donde consumí tantas horas de niñez y adolescencia. Ando los senderos del silencio, la mirada furtiva, cazadora de un instante, depredadora de pensamientos, de preguntas huérfanas de respuestas. Y emerge aquella tarde en la que el viento se enredaba entre los árboles esquilmados por la férrea dieta del otoño y las hojas secas de arce alfombraban el suelo. Fue la última vez que lo vi. Lo esperé impaciente en mi banco, del que tomé posesión cuando fue abandonado por una pareja de amantes, con un libro de poemas de Luis Feria entre las manos, simulando que leía. Cerré el tomo y como el farero que aguarda el chapoteo del último barco antes de que la noche se vuelva amanecer, escruté detenidamente los caminos y allí apareció del brazo de su mujer. Él no se percató de mi presencia, como siempre. Yo, en cambio escuché el crujido de la hojarasca bajo sus botas. Hoy camino sobre las hojas caídas por si la extraña melodía de aquellos otoños me devuelve la presencia fugaz del que decían era mi padre.
Me acerco al parque donde consumí tantas horas de niñez y adolescencia. Ando los senderos del silencio, la mirada furtiva, cazadora de un instante, depredadora de pensamientos, de preguntas huérfanas de respuestas. Y emerge aquella tarde en la que el viento se enredaba entre los árboles esquilmados por la férrea dieta del otoño y las hojas secas de arce alfombraban el suelo. Fue la última vez que lo vi. Lo esperé impaciente en mi banco, del que tomé posesión cuando fue abandonado por una pareja de amantes, con un libro de poemas de Luis Feria entre las manos, simulando que leía. Cerré el tomo y como el farero que aguarda el chapoteo del último barco antes de que la noche se vuelva amanecer, escruté detenidamente los caminos y allí apareció del brazo de su mujer. Él no se percató de mi presencia, como siempre. Yo, en cambio escuché el crujido de la hojarasca bajo sus botas. Hoy camino sobre las hojas caídas por si la extraña melodía de aquellos otoños me devuelve la presencia fugaz del que decían era mi padre.
FELICIDAD
ResponderEliminarMARAVILLOSO RELATO, MUY PERSONAL Y SENTIDO.
CUANDO LA NOSTALGIA SE MUESTRA COMO UN PAISAJE INTERIOR EN DONDE VEMOS TODAS LAS ESTACIONES, LAS IMAGENES DESDIBUJADAS, LOS AMORES FUGACES...
BESITOS
PD. TIENES UN OBSEQUIO EN MI BLOG.
SI GUSTAS POR SUPUESTO...
LA PLUMA DE CRISTAL. ESTÁ EN EL LATERAL DERECHO.
CARIÑOS
Remover el pasado, a veces no es suficiente para espantar los fantasmas de los años; enfrentarnos cara a cara con él y conversar puede ser un ejercicio de exorcización que nos permita seguir andando y pisando la hojarasca de otoños venideros.
ResponderEliminarEn tu relato, resalto la formidable descripción frente a la acción. Desde el primer texto que te leí, donde el tramo descriptivo no era largo pero sí espléndidamente intenso, ya me maravilló la capacidad para sugerir que tienen tus trazos descriptivos. Y este texto me ha recordado en ocasiones el descriptor por excelencia que admiro, Antonio Ruiz Azorín.
Mi querida amiga, tu texto es una magistral lección del ejercicio de "pintar con palabras". De nuevo, mi enhorabuena, Felicidad.
Un enorme abrazo.
Una fantástica travesía donde el personaje nos conmueve con cada detalle del paisaje, que surge ante los ojos del lector como un cuento de hadas, magia y movimiento, un vuelo hacia el rescate y sanación del pasado y los viajes del alma, tanto externos como internos, son muy útiles para recuperar piezas de nuestro mapa personal.
ResponderEliminarMaravilloso Felicidad.
Un inmenso abrazo.
Luján, un honor lucir en mi blog tu pluma de cristal. Sí, el relato es un recorrido un tanto melancólico por el pasado.
ResponderEliminarGracias por transitar por este Café Liteario y por tu amable comentario
Un abrazo
Marisa, sí, las andanzas literarias por el pasado, ese retorno al origen, al presunto, al conocido, al imaginado, al idealizado, lo realiza el personaje veinte años después, buscando exactamente lo que anhelaba, ese instante, ese punto de encuentro con la explicación de parte de su existencia.
ResponderEliminarAgradezco enormemente tus comentarios, aún me queda mucho trayecto por recorrer y tanto por aprender y espero, algún día, merecerlos.
Un gran abrazo y feliz que cada semana vengas por este Café liteario.
Adriana, la incusión en el pasado simpre se torna mágica y hasta evanescente y, como muy bien apuntas, el personaje busca en su geografía interior y anterior ese eslabón que la enlaza a su origen.
ResponderEliminarGracias por tus visitas al Café y por dejar tus impresiones.
Un abrazo
El pueblo que dejamos alguna vez lo tendremos presente por siempre, y con los años los recuerdos se vuelven mas vívidos todavia.
ResponderEliminarEsos vientos, esas hojas crujientes, ese otoño rojo, todo esta tan vivo... el reencuentro con Papá, que emocional e intenso viaje puede ser!
Magnifico Bórcor.
Besos. =)
Las imágenes del paisaje interior y exterior nos lleva por los caminos y parques recorridos, a la espera de lo que se desea, aunque no forme parte de lo real.
ResponderEliminarMagnifica tu forma de relatar, me encantó.
Un fuerte abrazo, Felicidad.
Felicidad,hemos recorrido el camino y hemos sido testigos de ese "instante otoñal"en que se mezcla el pasado y el presente en una extraña y esperanzadora nostalgia,que aún persiste preguntando al silencio en busca de una respuesta.
ResponderEliminarSugerente,inspirador y profundo,me ha encando,amiga.
Mi felicitación y mi abrazo inmenso siempre.
M.Jesús
Que bello escribes
ResponderEliminarMe encanta tu forma de escribir, que me traslada dentro de la historia, hasta puedo ver el paisaje...
Realmente narras de maravilla, es todo un placer leerte.
Besitos, Scarlet2807
María, he pretendido fusionar paisaje interior y exterior, que el uno fuera el espejo del otro y que ambos formaran un único escenario.
ResponderEliminarEres muy amable en acudir cada semana al Café Literario y gracias por dejarme tus comentarios.
Un abrazo
María Jesús, tu atinado comentario recoge ese deseo del personaje de adentrarse por medio de la nostalgia en la búsqueda,nunca abandonada, de una respuesta que intuye, en medio de un paisaje que la acoge, que le proporciona ese refugio que necesita.
ResponderEliminarAgradezco mucho tus generosas apreciaciones.
Un abrazo
Carolina, sí, es un viaje al pasado, al pueblo como núcleo y origen de una relación que nunca tuvo pero que siempre esperó.El recuerdo pormenorizada de todos esos detalles del entorno que la enlazaban al padre.
ResponderEliminarCarolina, amiga, gracias por venirte desde Argentina a leer mis entradas y tener la deferencia de dejar tus comentarios.
Un abrazo
Scarlet, intento que el lector se pasee por la historia como parte de ella. Unas veces se logra y otras hay qu seguir buscándolo.
ResponderEliminarAgradezco tu venida desde Chile y tus amables y generosos comentarios. He incursionado por tu blog y me encanta
Un abrazo
Un personaje que vuelve pero que nunca se ha ido , en verdad. Me llega como que una parte suya quedó en aquél paisaje que retoma en el tiempo buscando las respuestas. Muy bello relato en su nostalgia, Felicidad.
ResponderEliminarUn gusto visitarte.
Apreciada Felicidad:
ResponderEliminarya sea realidad o ficción (o una mezcla de ambas)el tono del texto habla igual o más que las palabras. Me llega como un retorno a un lugar,físico y emocional, donde la herida no sangra.Es la cicatriz que dejó el abandono y la ausencia, pero sobre todo es el portentoso don de la aceptación y la liberación de las amarras a las que nos encadenan nuestros más profundos dolores. Bórcor (que bello nombre!) cambió y la mujer que retorna también es otra.
Un fuerte abrazo!
Mariela, sí, el personaje retoma una nostalgia que, tal vez, siempre llevó consigo.
ResponderEliminarUn placer contar con tu visita y agardecerte tus impresiones lúcidas y cargadas de generosidad.
Un abrazo
Eva, el personaje vivió atrapado en una suerte de nostalgias, que necesitó retomar décadas después. Constatar, efectivamente, que todo permanecía allí, en Bórcor.
ResponderEliminarGracias por acercarte y comentar en este Café Lietarario.
Un abrazo
Muchas veces la ausencia se convierte en una sombra que en definitiva se vuelve presencia. Me encantó Felicidad!
ResponderEliminarbesoss
Me parece estar paseando por cualquier pueblecito de Tenerife, aunque también me recuerda a mi infancia en Gran canaria.
ResponderEliminarMe encanta como esos Alisios se retiran para dar paso al Siroco, se que es molesto pero yo en ocasiones lo echo en falta será la melancolía de la distancia.
Un beso
Que especial relato, volver otra vez es volver a si mismo, es muy intima y fuerte la mirada que das, un abrazo cariñoso,
ResponderEliminarFelicidad querida, tu relato tan profundo, conmueve y late fuerte al lector...Tiene tu sello y refleja un poco a todos los seres humanos.
ResponderEliminarAbrazos y besos
Raquel
Paula, las ausencias marcan muchos caminos. Gracias por pasarte por el blog y dejar tus comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo
40añera, tenemos un territorio común: las Islas, sabemos que habitar rodeadas de mar impregna, de alguna manera, el modo de contemplar el mundo. Me alegra que este relato te haya evocado tu infancia en una de mis islas, Gran Canaria.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmen, si, es una verdadera inmesión al pasado, en ese viaje que el peronaje realiza a su propio interior.
ResponderEliminarFeliz de que me leas y agradezco tus comentarios.
Un abrazo
Kelly, tienes razón ¿quién no ha rastreado en su pasado, en esas sombras que acrecientan, oscurecen o solapan historias?
ResponderEliminarUn placer que entrés al Café Literario, amiga.
Un abrazo
HOLA FELICIDAD
ResponderEliminarGRACIAS POR TUS BONITAS PALABRAS EN MI BLOG, ES UN PLACER RECIBIR TANTOS ELOGIOS DE ALGUIEN TAN TALENTOSO COMO TU.
BESITOS
Felicidad: primera vez que llegó a tu blog. Hermoso relato, muy bien escrito. He paseado por tus sentimientos, tus imagenes,y un trocito de tu vida.
ResponderEliminarmariarosa
Mariarosa, bienvenida a este Café Literario, agradezco tus palabras y tu generoso comentario. Espero seguir contando con tus visitas.
ResponderEliminarUn abrazo
Luján, el placer es mío de frecuentar tu blog y leer tus magníficas entradas.
ResponderEliminarUn abrazo
Increíble! De todos tus relatos este es el que más me gusta, primero porque yo parecía caminar contigo, me imaginé tal cual cada sendero, dime que sin querer queriendo como siempre nos hiciste sentirnos adentro de la historia y la verdad, no me imaginé ese final, llegué a pensar que se trató de un amor del pasado, pero nunca me imaginé esa ausencia de tu padre, la misma que te hizo recobrar cada paso del pasado. Yo, como siempre encantada de leerte! Un abrazo desde Colombia! Escribe más, leerte me hace bien :)
ResponderEliminarLyla, me alegra que hayas paseado por Bórcor, ese lugar, donde el personaje vivió, tanto si permanecía en un banco del parque, como si viajaba desde la distancia, a un tiempo y a un espacio en el que aguardaba ver pasar a su padre. Agradezco tus generosísismos comentarios y si que espero que sigas entrando por este Café Literario, desde el país hermano de Colombía.
ResponderEliminarUn gran barazo amiga.
Hola amiga querida,un placer regresar a tu maravilloso sitio, en el cuál tus trabajos acarician el alma a los lectores...Disculpas por no poder acudir antes a agrdecer tu visita y bello mensaje en mi blog...
ResponderEliminarBuen inicio de semana.
Abrazos y besos fraternos
Raquel Luisa Teppich
´"..É à volta do café
ResponderEliminarque nasce tanta amizade.
Sendo assim já faz sentido,
o convite que te faço ...
Vem tomar café comigo !!!"
Do "CAFÉ LITERÁRIO" SOU CLIENTE !
Pelos textos, com aroma a café quente.
ARFER